martes, 26 de marzo de 2013

MODA & SURREALISMO, ELSA SCHIAPARELLI

Jean Paul Gaultier, John Galliano, Viktor&Rolf, Moschino... el público observa sus diseños impregnados de un toque importante de excentricidad. O te gustan o los odias. En no pocas ocasiones se escuchan críticas tales como ¿para qué o quién crean? ¿quién va a llevar determinada prenda o complemento?... No se equivoquen, más allá de su discutida utilidad o practicidad, a veces lo que contemplan son simples fusiones de arte y moda. Ellos y tantos otros creadores son la herencia de una relación bilateral que convivió en los años '20-'30 bajo el revolucionario movimiento surrealista. Sus diseños beben de una creadora ligada tanto al arte como el arte lo estuvo entonces a su moda. Si aún no saben de quién hablo, ella fue la inigualable Elsa Schiaparelli... 



  
Nos situamos a comienzos del s.XX, cuando el mundo occidental asiste a una serie de rupturas en lo político, lo económico, lo social, y cómo no también en el campo de las artes. Contexto en el que surgen las vanguardias y con ellas las distintas concepciones sobre la moda: la Italia fascista se relaciona con el futurismo (quienes consideran la moda dañina y fortalecedora de las debilidades femeninas, hasta el punto de tratar al vestido como un directo competidor con el arte y que debía entonces ser creado por artistas); la Revolución rusa con el constructivismo (quienes cuestionaron radicalmente la moda calificándola como un fenómeno burgués que debía desaparecer, al igual que la clase social que lo generaba. Los criterios de funcionalidad eran los únicos válidos pues en la concepción de una prenda); y la Francia liberal estaba ligada al surrealismo (quienes vieron en la moda parte de su arte, con ella convivieron y la relación bilateral entre ambos fue evidente).

Maniquí de la Exposición Internacional del surrealismo, París 1938
Para el movimiento surrealista el cuerpo y la relación cuerpo y vestido era tema de interés, en especial el cuerpo femenino. En la exposición internacional del surrealismo, París 1938, fueron distribuidos varios maniquíes entre los artistas para que los intervinieran a su manera





Los surrealistas, motivados por las condiciones económicas que sobrevinieron a la "Depresión", incentivados por las posibilidades lúdicas, creativas y de reconocimiento que ofrecían, prestaron sus servicios como ilustradores, diseñadores de motivos textiles y accesorios para casas y revistas de moda. Pero sin duda, la más reconocida de estas comuniones artísticas, de la dupla moda-arte, fue la establecida entre Elsa Schiaparelli y Salvador Dalí...

Ella, nacida en Roma y casada con un londinense, se hizo amiga de la esposa del poeta y pintor dadaísta Francis Picabia en un crucero. En 1920, habiéndose separado de su esposo volvió a recuperar este contacto. Establecida en París, Gabrielle Picabia le presentó a Man Ray y a través de él, pudo ampliar su círculo de amistades hasta encontrarse con Dalí.

Vestido Langosta, Elsa Schiaparelli
La primera colaboración oficial entre ambos se dio en 1936, destacando la reprocidad mutua con la que el trabajo del uno fortalecía al del otro. Realizan una serie de trajes y abrigos con bolsillos similares a diminutas gavetas con mangos incluidos que también aparecían en la obra del pintor. Y llegan a la recurrente langosta de Dalí, símbolo sexual y presente desde 1934 en su trabajo. Schiaparelli crea así un ya histórico vestido con el crustáceo estampado en él:
 
Para la colección de invierno de 1937-38 hubo otro aporte de Dalí: un vestido sencillo y una chaqueta negra con los bolsillos bordados a la manera de labios, evocando los de Mae West y rematado con un sombrero negro de fieltro con forma de zapato de tacón alto. Idea que surge de una fotografía que la propia Gala le tomara a Dalí cuando éste posaba con un zapato sobre la cabeza y otro sobre el hombro. Fue sin duda otra de las creaciones con más repercusión de Schiaparelli y que, años después (1985), el largometraje Brazil de Terry Gilliam nos mostró también en la gran pantalla:


Pero también el trabajo de la diseñadora tuvo su repercusión en el de los artistas... La mano y su doble, el guante, icono ampliamente desplegado en la simbología surrealista fue uno de ellos. La pintura "Los buenos tiempos" de Man Ray (1939) no era sino el eco de la colección "A Modern Comedy" presentada un año antes. 

Colaboraciones Schiaparelli - Dalí


Schiaparelli con Jean Cocteau, 1937
Skeleton dress
La ilusión, el engaño a la vista, la duplicidad de las imágenes, el vestido-pintura, el collage... ideas que sirvieron al surrealismo para mostrar su visión con todas las artes de por medio. 




Esta unión sirvió para que, y a tenor de que Elsa Schiaparelli apareciera como portada de la revista Time en 1934, se establecieran las bases para que la relación arte-moda gozara de un mero reconocimiento. 
En 1937 fallecía, pero su legado ha seguido presente en el mundo de la moda gracias a diseñadores que han versionado su estilo y se han acercado también al arte y a la pintura en sus creaciones
Robe d'Yves Saint Laurent, 1970 (fotografía publicada en Vogue, de Jeanloup Sieff)
Zapatos de Pierre Cardin 1986, versionando a Magritte
Night and Day Clothes of the Body, Salvador Dali (1936). Anticipo de diseños de Jean Paul Gaultier o Thierry Mugler

Marc Jacobs, 1986
Alexander Mc Queen para Givenchy, invierno 97-98

Viktor & Rolf, primavera/verano 2010
John Galliano, primavera 2013
Esta visionaria de su época, que arriesgó diseñando trajes de baño para la mujer, que lanzó una colección deportiva e insertó la falda-pantalón en el vestuario femenino, creadora del efecto trampantojo, de las prendas de punto, los plisados y el color rosa "shocking"... volvió a nuestros días a través de una exposición "Elsa Schiaparelli y Miuccia Prada: conversaciones imposibles" que el pasado año acogía el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Muestra que coincidió con el anuncio de la vuelta de esta firma italiana (desde 1977 dedicada a la fabricación de perfumes y accesorios) a las pasarelas. Retorno por cierto, inicialmente previsto para esta fecha: Marzo de 2013... 
Si las épocas de crisis dicen que son las mejores y más propicias para las revoluciones, para la creatividad y para aquéllos que apuestan por el cambio, no veo sino mejor momento que hoy para que parte de esta vanguardia, que tan influyente fue en su día, vuelva a hacernos partícipes de un dictado que trajo consigo el del ejercicio libre del pensamiento y que alejándose entonces de lo racional, hubo de llamarse Surrealismo.